Rolando Hinojosa

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Rolando Hinojosa-Smith es uno de los escritores mexico-americanos más importantes de nuestro tiempo. Si bien sus novelas, cuentos y relatos no son best-seller, marcan la pauta para otros autores chicanos y en el mundo universitario son lectura obligatoria. Sólo pocos escritores retratan la biculturalidad y la vida de la frontera entre México y Estados Unidos.
Rolando Hinojosa nació en 1929 en el seno de una familia chicana asentada desde hace más de 250 años en El Valle del Río Grande, en el condado de Belken, al suroeste de Texas. Su educación no solo fue bilingüe, sino bicultural. De sus padres aprendió el amor por la lectura.
A los diecisiete años se alistó en el ejército y los veintiuno le enviaron a la guerra de Corea (1950-1953). Más tarde fue al Caribe como locutor de radio y editor de un diario del Caribbean Army Defense Command (Comando Caribeño de Defensa Militar).
Al volver entró en la Universidad de Texas en Austin y se graduó de maestro de escuela en 1954. Cuatro años más tarde comenzó sus estudios de postgrado y se doctoró en la Universidad de Illinois, con una disertación sobre Benito Pérez Galdós.
Desde 1969 ha impartido clases en las universidades de San Antonio, Kingsville, Minneapolis y actualmente trabaja como profesor de filología inglesa en la Universidad de Austin.
Escribió su primera novela en 1972, Estampas del Valle, que fue galardonada con el premio literario Casa de las Américas, reconocimiento que obtuvo por segunda vez, en 1976 con su serie de novelas, "The Klail City Death Trip" que transcurren en una ciudad ficticia, Klail City, y son la crónica de más de sesenta años de interrelación mexico-americana en el condado de Belken.
Entre sus obras destacan por su importancia bilingüe y bicultural: Mi querido Rafa (1981), Rites and Witnesses (1982), Partners in Crime (1985), Claros Varones de Belken County (1986) y Becky and her Friends (1990).

Durante una charla literalmente rica y norteña, Rolando Hinojosa nos habla de la vida en la frontera, de la lengua, de la cultura chicana y mexicana, de la comida, de la familia y por supuesto de literatura, que al fin y al cabo no es otra cosa que la vida misma.


Usted nació en una familia chicana, por tanto es chicano ¿Se considera más estadounidense que mexicano?

Yo comparto casi el cien por ciento norteamericano, pero como nací y me crié en la frontera pues la cultura mía es bastante mixta. Es texana y es tamaulipeca a la vez y el español que hablo, bien se puede notar que es más norteño que cualquier otra cosa.


Si, pero habla muy bien español, sin ningún acento inglés y eso no es muy común...

Bueno sí, porque lo estudié, pero en casa lo hablábamos como quiera. Hablábamos ambos idiomas, en inglés y en español y hasta una mezcolanza pero nadie se quejaba de ello y por consiguiente lo seguíamos haciendo.


¿Cuáles eran los contextos en los que se hablaba español y cuales en los que se hablaba inglés?

En realidad en la familia no había distinción alguna. Mi madre era de habla inglesa pero se defendía perfectamente bien en español; era no solamente bilingüe, que será importante pero... era bicultural, que es lo escencial. Y mi padre nacido también en Estados Unidos, igual que su abuelo y su tatarabuelo, porque estamos ahí desde 1750, se defendía perfectamente en español, lo que era innegable. Pero también como norteamericano sabía hablar inglés.


Pero en los diferentes contextos, por ejemplo en la escuela o en la casa a la hora de la comida, ¿qué se hablaba?

Hablábamos inglés, y hablábamos español o si uno no se acordaba de una palabra, usaba una palabra propia en el otro idioma. Me acuerdo el otro día en Alemania que estaba hablando en español con alguien, y que no me salía y no me salía una palabra y yo seguía buscando "la, la, la, la... ¡la window!" y el otro me entendió perfectamente. Ese tipo de mezcolanza.


¿Cree que así comenzó el Spanglish?

El spanglish no lo sé, es más bien cuando usan verbos ingleses y los conjugan en español, pero mixto... Nosotros hablábamos o inglés o español o los juntábamos, era todo. Yo creo que el spanglish usan palabras inglesas y le dan un sonido en español. Yo tengo un amigo, que enseña en Amherst, Massachusetts y me decía que los boricuas le decían al techo, que en inglés es "roof", que le decían "rufa". Eso sería intolerable en Texas porque nosotros sabemos lo que es el techo, o sabemos lo que es el roof, ¿no? Pero yo no sé que tan fidedigna sea esta información.


¿Y cree que el spanglish tiene futuro?

Yo creo va a tener futuro pero no literariamente. Desgraciadamente no, el español mismo, el español standard, el castizo, si se quiere usar ese término, también va a desaparecer entre los mexico-americanos como literatura propia porque la mayoría de ellos ya están muy aculturados, muy asimilados a la vez. Por consiguiente hablan más inglés que español. Muchos dirán "no eso no", pero los que dicen eso serán de primera generación. Ya cuando pasen dos, tres cuatro, cinco... Yo no conozco a nadie, con excepción de Miguel Méndez, que tiene la edad mía más o menos, - él de Arizona y yo de Texas- que todavía escribimos en español. Yo escribo en inglés también y traduzco lo mío en español al inglés y viceversa. Pero de las trece novelas que tengo, cuatro o cinco son en español.
Pero ya de la generación mía que se educó parte en México, debido a que yo estudiaba allá de niño, o en el Valle, donde había exiliados de la Revolución, ya el español va a desaparecer como literatura. No entre los cubano-americanos todavía porque ellos acaban de llegar en el 59 y tendrán sus cuarenta años de llegar. Pero la asimilación y la aculturación son dos elementos que deforman la vida de uno, ¿no?
El inglés es lo que aparece ahora en todas las novelas que yo he visto escritas por mexico-texanos y mexico-americanos también.


Entonces la aculturación ocurre a partir de la tercera o cuarta generación, que va perdiendo las costumbres de origen y el uso cotidiano del español, pero, ¿Qué pasa con los emigrantes mexicanos que cada día siguen llegando y que no saben inglés? ¿Cómo ve usted está confrontación lingüística y cultural?

Bueno lingüísticamente es lindo, porque produce el efecto de que no se muera el idioma pero tiende a ser un idioma hablado, no necesariamente escrito. Culturalmente, las primeras dos generaciones siempre piensan, con el sueño de todo emigrante, que van a volver a México. Pero no, no vuelven casi siempre; se quedan. Piensan en Jalisco, en Coahuila, en lo que sea, pero es un sueño en realidad. Ellos quizá vuelvan, a los Altos de Jalisco, por ejemplo, pero los chicos, si se educan en Chicago... - Yo conozco muchas familias -, se quedan ahí. El español no va a desaparecer, pero va a desaparecer en la literatura estadounidense.


¿Por qué? ¿Usted cree que los nuevos que llegan no tienen acceso a la educación y por lo tanto no producirán literatura en español?

Sería lindo que lo hicieran, pero si uno vive en un lugar como Chicago, Nueva York, Los Angeles, lugares urbanizados, pues casi por fuerza la gente tiene que ajustarse al idioma, en este caso, al inglés. El español se va a mantener si sigue hablándose en casa pero ya para la segunda generación es muy difícil porque si los padres son profesionales, profesores, etcétera, casi siempre van a hablar inglés en casa y el chico va a oír inglés en casa. Si las abuelas y los abuelos viven, entonces puede seguir la manutención del idioma pero si no, va a ser dificilísimo en una ciudad.
Yo soy de pueblo pequeño y El Valle está testo, por decirlo así. Y ahí sí se mantiene el idioma, pero hasta estos chicos no escriben literatura.


Usted estaba hablando antes sobre el español norteño de México ¿Cómo cree que se diferencia del español estándar mexicano?

En realidad estaba hablando de la pronunciación de uno. Si yo me pongo a hablar con un chilango inmediatamente alguien que habla español dice "éstos dos están hablando español pero yo no sé de dónde son". El chilango tiene ese sonsonete y yo tengo, bueno, otra manera de hablar. Yo creo que yo me parezco más a los chihuahuenses, coahuilenses, tamaulipecos, potosinos, y leoneoneses naturalmente, todos estos estados del norte. Y cuando pronuncio una palabra o si uso una voz que no se usa en el resto del país entonces dicen "ah, esta es una palabra norteña".


Usted es un autor chicano, que retrata la tradición mexicana en el exilio, por así decirlo. ¿No es un poco desconsiderado que en este país justamente no se le conozca tanto, como en Estados Unidos o Alemania, y que ni siquiera haya la posibilidad de estudiar literatura chicana en México?

Que yo sepa no hay estudios chicanos en México, aunque la UNAM [Universidad Autónoma de México] publicó mi novela Klail City y sus Alrededores. Esa novela ganó el premio Casa de las Américas en la Habana, hace muchos años, en el 76. Me han publicado cuentos también, en aquel tiempo cuando, los ya finados desgraciadamente, Edmundo Valadéz y Juan Rulfo, tenían lo del cuento. Pero de que me conozcan, me conocen más en Estados Unidos y en Alemania, Países Bajos y en Suecia también. Francia no me ha publicado pero publican artículos sobre mi trabajo, hay tesis doctorales sobre mi trabajo en muchos países de los que acabo de mencionar. Aunque no mencioné Italia y ahí también he publicado; cuentos nada más.
Y en eso yo como profesor, pues me halaga, ¿no? Porque mis libros no son populares en el sentido que son best-sellers pero los profesores los usan como textos literarios y eso para mi es de más larga duración que un libro que uno se compra en el aeropuerto y después lo bota.


Usted también es periodista y colabora con revistas y periódicos. ¿Sobre qué escribe principalmente y qué importancia cree que tiene el periodismo en español en los Estados Unidos como labor educativa?

Escribo principalmente en inglés, escribo siempre sobre temas que tocan nuestra vida económica, social, sobre pedagogía, ensayos sobre la literatura misma, lo que sea, ¿no? Muchas veces a petición de periódicos o revistas. Y eso hace que se vaya promulgando la literatura y la cultura, y gente que no sabe nada de nada pues al menos van aprendiendo, sino en libros pues a lo menos por vías del periodismo que es mucho más amplio que la literatura como quiera, y aparece de diario.
La existencia de periódicos en español en los Estados Unidos me parece más que importante, es esencial. Por ahora el periódico más influyente en la costa del este es La Opinión de los Angeles. Pero no es la única ciudad, ahí está Chicago que tiene un gran número de habitantes, eso se ve también en canales de televisión o en las estaciones de radio, o en esas barriadas amplísimas de gente mexicana.
Aunque, no sé porque pero por coincidencia cuando voy a un restaurante en Chicago, que voy bastante por la universidad, este, casi todos los chicos dicen que son de Guanajuato. Digo: “pos entonces Guanajuato debe estar despoblado, estado pequeño y todo...” Chicago siempre ha sido una ciudad muy mexicana.


Dentro de la literatura chicana hay una corriente femenina, no feminista necesariamente, de mujeres que escriben sobre mujeres chicanas, o sobre ilegales recién llegadas que se confrontan primero con el hecho de ser mujeres y además ser mexicanas, emigrantes en una sociedad que no siempre es muy igualitaria.
¿Cuáles autoras considera más importantes?

Si, hay muchas mujeres mexico-americanas que están escribiendo. Ya llevan años ¿no? Cosa novedosa era hace diez o veinte años, como Denise Chávez de Nuevo México, Ana Castillo propiamente de ahí de Chicago, Sandra Cisneros que era de Chicago pero ahora radica en Texas, y hay muchas mujeres más que escriben. Y hacen bien, porque ahora están representadas por una mujer en New York que empuja mucho las obras de estas escritoras.


¿Y es poca la recepción de escritores hispanohablantes en el mainstream de la literatura en Estados Unidos?

Bueno, las que han hecho eso son las mujeres que mencioné, Ana Castillo, Sandra Cisneros y Denise Chávez principalmente. Y Rodolfo Anaya, que también comparte la misma representante. No, yo no aspiro a eso por ahora, a ser popular. Y mis novelas no son populares. Pero mis novelas, en lo principal, yo diría en noventa por ciento, son textos literarios escogidos por los profesores, y eso para mí, me halaga naturalmente, pero es más importante porque ya cuando las universidades reconocen esta literatura, y uno forma parte de esa literatura, eso ya es irreversible.


La cultura chicana se da como resultado ¿de qué?

Si, es la más natural. Vamos a decir, con esos emigrantes de mil setecientos cuarenta y pico hasta ahora 2002, en esa barrera porosa, vienen a Estados Unidos por varios motivos, los de la revolución del 10 no vinieron por la misma razón de los de ahora ¿no?, dadas las circunstancias económicas, sino por el peligro que corrían durante ese tiempo. Y los chicanos vienen ya después de la primera generación. Eso era una voz casera, una voz que no se conocía. Nosotros la conocíamos aunque no la usáramos, pero parece que coge mucha fuerza durante la guerra de Vietnam, principalmente en California y en Arizona y después, en Nuevo México. En Texas se usa pero no con tanta frecuencia. Y es un producto de los chicos, igual que yo, somos producto de gente de descendencia mexicana aunque sea de años atrás, o de siglos atrás en el caso mío. Pero esa voz no se ha popularizado en Texas como en los otros estados aunque se le conoce naturalmente.
Yo cuando estudié en Urbana [Illinois], del 63 al 68 íbamos a la casa, bueno era una casa de abarrotes, un supermercado, allá en Blue Island y era de la familia Barrientos y eran de Eagle Pass, en Texas, yo no sé si existe todavía esta tienda, pero mi mujer y yo íbamos a Urbana, como a unas 160 millas al sur de Chicago y ahí compraba la masa-harina, también comprábamos comino, y todo lo necesario para preparar comida mexicana, aunque mi mujer no era mexicana, pero le gustaba la comida mexicana y la sabía preparar muy bien.


¿Y usted también cocina?

Sí, yo cocino. Yo creo que no me enseñó nadie, yo viendo a mi madre y a mi padre, que era gran cocinero y un hermano mayor también, todos muy aficionados a la cocina. Y Paty, mi mujer, era excelente cocinera. Pero bueno, Chicago siempre nos encantaba porque era la ciudad más grande mexicana que estaba en el estado de Illinois.


Su literatura se considera sobre todo costumbrista, ¿Por qué?

Lo que pasa con muchos norteamericanos en particular y muchos europeos, quieren ver lo exótico en México o en Texas y esta zona, ¿no? Y hablan de volcanes y de junglas y de jaguares y qué se yo. Entonces yo menciono algo así de otra manera y entonces dicen “ah, esto es muy costumbrista”. En realidad es una celebración porque nosotros en Texas, y ahora en California también, pero en Texas, el Cinco de Mayo que era una batalla contra los franceses en Puebla, en realidad no cobraba mucho interés en México, fue solamente una escaramuza para ellos, y que los mexico-americanos celebrábamos como una gran cosa, ¿no?
Desgraciadamente muchos de ellos allá en los treintas y cuarentas, la confundían con el 16 de Septiembre, y creían que eran dos días de independencia, pero era cosa de negocio. La gente salía a la calle y había bulla y andaban para aquí y para allá, y había puestos y todas esas cosas, ¿no? Y ahora, pues hay desfiles en Los Angeles, yo he visto en televisión norteamericana y ahora las cervezas norteamericanas, como la Miller y todas estas, hacen propaganda con el Cinco de Mayo y no tienen la menor idea. Pero como hay mexico-americanos que trabajan ahora en marketing, ellos dicen: “aquí hay un gran mercado”, y estas compañías cerveceras pues anuncian el Cinco de Mayo como si fuera lo mas natural del mundo. A mi me provoca risa, pero si ellos quieren hacerlo, bien. Eso también es como un seguro de que no va a morir nuestra cultura en Estados Unidos.


¿Y cómo es la recepción de todas estas celebraciones, dentro del llamado “melting pot”, que no sé como se dice en español, pero que es tan característico de Estados Unidos?

Eso del melting pot es una invención de un escritor y usó ese título en un drama. Se llama Israel Zangwill. Se da la olla hirviente donde vienen los europeos, la gente de habla hispana, etcétera, etcétera y que de ahí sale el norteamericano. Lo que pasa es que eso es fácil de decir, difícil de cumplir porque la gente decide retener lo que ellos pueden retener en otro país de su propio ser: de su cultura, de su literatura, etcétera. Ese es el famoso melting pot, pero no se puede uno reducir del todo, ¿no? Porque melt quiere decir que de nieve o hielo sale el agua y ya se descompone, y no se mezcla tanto como se piensa.


¿Y usted qué percibe, que la cultura mexicana en Estados Unidos ha integrado cosas de otras culturas o que se revuelven de pronto las costumbres? Porque yo recuerdo haber comido una vez en un restaurante chino en El Paso, Texas donde todos los cocineros eran mexicanos, y el chopsuey tenía chiles jalapeños.

Pos si... Si en eso, hay un encanto también, porque cada quien pone de lo suyo en lo que adopta o en lo que hereda a la vez ¿no? Esto me tocó a mi en Colonia, Alemania hace unos siete, ocho años. Amigos que trabajan con la deutsche Welle, que es la onda corta alemana y que difunde Hispanoamérica me dijeron: “Te vamos a llevar al mejor restaurante chino en Colonia”. “Perfecto”, dije, a mi me encanta la comida china, - aunque la mejor comida china que he comido es en Mexicali, para que lo sepan los lectores -. Entonces me llevan ahí y viene el chef a saludarnos, lo vi, un chino, y hablaba alemán, que es cosa natural, pero yo creía que iba a hablar inglés. Y dije yo: “de dónde se me metió a mí en la cabeza que este hombre tenía que hablar inglés.” ¡Ah! porque en Estados Unidos siempre que voy a un restaurante chino, viene un chino o una china, americanos, y me hablan en inglés. Entonces dije yo: “Pos yo soy un tarugo”, haciéndome esta ilusión de que me iba a hablar en inglés. Entonces me habló en alemán, le contesté en alemán y pensé que eso tenía yo que llevarlo y contárselo a alguien.
Ahora cuando voy a México, que ahí también hay buenos lugares, como en Guadalajara, pos ya sé a qué atenerme si voy a comer chino, a que me van a hablar en español.
Si, pero eso me ocurrió aquella vez en Colonia y yo mismo me reconvine, dije: “Pos que es esto hombre... Es un alemán, será chino de sangre y todo, pero es alemán”.
Bueno eso te ocurrió a ti, como dices ¿no?


Sí.

Pero eso de jalapeños en el chopsuey...


Y picaba, ¿eh?

No, ¡cómo no iba a picar!... Aunque el jalapeño es más sabroso que picante, pica, pica pero no es como el piquín o el habanero... Mucha gente cree que el habanero viene de la Habana. Viene de la isla de Jaba que llegaban los barcos a Acapulco, Guerrero, que es el puerto por excelencia del Oeste de México y ahí empezó eso de haba-, habanero... Y ese sí pica, lo que sea. Ese es un chile muy serio, es como el serrano que también pica. Yo conozco mucho de chiles porque en El Valle mantenemos la tradición de usar todo tipo de especies. Lo que no sabe la gente, que cree que uno cuece con picante en la comida. Y yo les digo: “no, eso es para hacer una salsa, pero aparte, y se pone en el molcajete o en cualquier vasija, pero tú le agregas lo que tú quieras a tu plato”.


La percepción cultural se deforma también, por eso se ve a veces al mexicano con maracas y un sombrero español de flamenco...

Y con patillas largas y recargado sobre un nopal. Eso es la deformación de Hollywood también. El tequila tiene 86 por ciento de alcohol, me parece, y que se corta por la mitad, 43 por ciento de alcohol, pero hay escoceses con 100 por ciento, que es 50 por ciento de alcohol, pero si usted ve a Speedy González, en los cartoons norteamericanos, ah, pues el tequila es la cosa peor del mundo ¿no? Se hace para divertir pero la gente acepta y adopta eso como verídico y adopta muchas cosas de nosotros y otras muchas que no son de nosotros pero que creen que es invención mexicana, que es un atributo nuestro.


¿Qué está escribiendo ahora?

Acabo de terminar una novela en inglés que se titula Ask a Policeman. Voy a trabajar en ella este verano, cuando vuelva a casa a vertirla en español para que se publique también porque en inglés ya se publicó. Y actualmente estoy en otra novela y estoy trabajando en las notas que me traje aquí a España. La empecé en Osnabrück, en la universidad, ahí nadie me conoce, no hay teléfonos, nadie viene a molestar. No se a dónde voy con ella pero ya tengo muchas notas.


¿De qué se trata más o menos?

Bueno, yo creo que va a ser algo académico, de mi vida universitaria. Va a ser una novela académica, es decir de vida universitaria, aunque yo voy a tratar como siempre, de objetivizar, voy a ser narrador pero ningún participante. La razón por la que escogí el tema es que no hay ninguna novela de este tipo en la literatura mexico-americana. No había tampoco la novela epistolar, hasta que escribí Mi querido Rafa y ya de ahí Ana Castillo escribió una novela epistolar también.
Escribí una novela policiaca -ya llevo dos- y ahora la novela policiaca está apareciendo: Rodolfo Anaya ya tiene tres, Manuel Ramos, en Denver, creo que ya tiene dos. Entonces, ya de la edad mía, yo vengo abriendo un poco de brecha ¿no? Me digo “mira, aquí hay un vacío, hay que llenarlo” y ahora ya estoy con la idea de esa novela pero no sé cuando empiece con ella porque quiero acabar la traducción de la última.


¿Cómo encuentra estos vacíos, estos huequitos? ¿Tiene que andar con las antenas sondeando todo el tiempo?

No, es que yo leo mucho, entonces digo: “no tenemos novela fragmentaria, pues hay que escribir una, no hay una novela dinámica”, que es decir, que no sigue una cosa como ideal, “pues entonces hay que hacer esta porque ya aparece en otras literaturas, nomás en la nuestra no”. Una de mis novelas de este tipo consiste de reportaje. Epistolar y reportaje, monólogos y diálogos y reportaje. Y otra novela mía, pero eso ya es narrativo, que se trata sobre Corea, se llama Korean Lovesongs, que se publicó también en alemán y que ahora la acaba de publicar la academia de la Fuerza Aérea Norteamericana.


¡Oh!

Sí, que también a mi me sorprendió. Y ahora West Point usa dos o tres de estos poemas. Uno nunca sabe de dónde salta la liebre, como decimos.


¿Uno nunca sabe para quién escribe?

¡Menos! Y además el libro ya cuando uno lo vende, ya no es de él. El libro le pertenece al lector. El lector, o la lectora puede formar cualquier idea que quiera. El o ella fue la que pagó el dinero, por consiguiente es el libro le pertenece. Ahora, un escritor que se ponga a defender su propia novela, no tiene carrera. Si se molesta porque la novela suya recibe una reseña que lo pone en color colorado y se siente y resiente, vale más que se olvide de la reseña o vale más que deje el oficio y que se dedique a otra cosa. Nadie le pide a uno que escriba. Uno escribe porque quiere escribir, y porque tiene qué escribir. Yo le digo a mis estudiantes, cuando doy talleres en la universidad de Texas, en Austin, que, si yo dejo de escribir, a nadie le importa. Si sigo escribiendo, a nadie le importa. Pero si dejo de escribir a mi me importa. Si sigo escribiendo a mi me importa. Entonces, debe de importarle al escritor porque al mundo en realidad le importa bien poco lo que haces.


¡Pues muchísimas gracias!

No, encantado.

Gijón, Semana Negra 2002