Paco Ignacio Taibo II
Escritor, periodista, historiador, amante de la magia y el escapismo, promotor
de la cultura, provocador contestatario, solidario y monógamo. También
compulsivo bebedor de refrescos de cola y fumador empedernido. Esto es sólo
un poco de lo que se puede percibir de la personalidad de Paco Ignacio Taibo
II, asiduo admirador de su padre, Paco Taibo I, también escritor, quien
tuviera que ponerse el primero romano cuando su hijo empezó a escribir
novelas negras, hace un buen montón de años.
Creciste en México, pero naciste en Gijón, a donde vienes cada año a preparar La Semana Negra. ¿Dónde te sientes más en casa?
Gijón es una referencia. Es el sonido del mar que traes en
los oídos que todavía me acompaña y me da mucha lata
porque en el D.F. no hay mar, no hay río, no hay ni pinche lago, mano.
El lago de Chapultepec es el máximo que nos concede el D.F. Entonces
tengo esta especie del sonido del mar asociado con las historias de familia
que constituyen una componente muy fuerte.
Por otro lado está la componente de lo mexicano. Yo soy un novelista
mexicano, no podría ser otra cosa. Y ahí sí es donde
sale toda la vertiente de mi educación política y sentimental
de los años sesentas, que es cuando me construyo como ciudadano, como
escritor, como persona, como lector incluso. No, como lector probablemente
haya empezado antes, en España.
Estas dos componentes las llevo bien porque cruzas el océano, bajas
del avión y en Gijón dices: esto es casa. Pero cuando llego
al D.F. rápidamente la sensación de hogar es de una potencia
tremenda.
Una de las consignas de La Semana Negra, festival literario que diriges desde 1987 en Gijón, ha sido la de provocar. ¿Porqué?
La cultura es provocación y hay que desarrollar esta idea.
Hay que hacer descubrir a la gente que a lo mejor le podría gustar
aquello que no sabe que le gusta.
Provocar también en un plano político social porque la cultura
no es políticamente correcta, no queremos ser políticamente
correctos, queremos discutir cosas que aparentemente se nos imponen. En ese
sentido la Semana Negra es muy rica y funciona como un gran espejo social,
ya que desde la literatura se revisa una y otra vez la sociedad.
¿La idea es celebrar la cultura junto con la fiesta popular?
Claro, se puede tener un libro en una mano mientras te comes un churro
con la otra. No hay conflicto entre la fiesta y la cultura, sólo puede
tener conflicto aquel que no sabe qué es la cultura. Aquí hemos
construido un espacio de libertad en donde ambas conviven.
¿Qué significa la Semana Negra para la novela negra?
“¡Uy! a lo largo de tantos años, yo creo que se
han cocinado aquí algunos de los cambios potentes de la novela negra.
En principio, aquí se detectó el surgimiento de la novela negra
no angloparlante como vanguardia. Yo creo que fue la primera sorpresa. En
los años iniciales de la Semana Negra se dio el surgimiento de varias
cosas. Lo que llamamos el arco latino: autores españoles, franceses,
y latinoamericanos, que iban por delante en muchos sentidos en la novela negra
tradicional angloparlante y aquí fue donde se detectó a través
de las discusiones y los debates la presencia de autores, el intercambio.
Luego aquí se abrieron algunos intercambios que fueron muy útiles
en los siguientes años para romper una situación que se daba,
muy rara que es: Se publicaban en todos lados autores de tu país y
autores norteamericanos o ingleses. Pero entre diferentes países no
se detectaban otras cosas. Entonces suponte que en Francia se publicaban [autores]
franceses y angloparlantes, pero no griegos o turcos o mexicanos. Y entonces
la Semana Negra produjo a lo largo de los primeros años un fuerte intercambio
paralelo, lateral de país a país que fue muy útil en
términos de difundir, de ampliar los espacios autorales. La presencia
de algunos editores claves en los primeros años, editores internacionales
en la Semana Negra ayudó mucho al proceso.
Luego hubo otra especie de interreflexión sobre el sentido de la literatura
negra en lugar y se consolidó la idea entre muchos escritores, críticos,
periodistas de que la literatura negra era el gran termómetro de fin
de milenio, ¿no? Era la única capaz de mostrar subterráneos
de iceberg... y de contar cosas, mientras que había una fuerte ofensiva
hacia una literatura blanca, blandita, intranscendente, más o menos
banal. Por un lado, la aparición del minimalismo de nuevo... este...
eran las literaturas de la periferia, como lo habían sido tantas veces
hablando de la historia de la literatura, las que generaban los bombardeos
más interesantes a la fortaleza. Y creaban una doble reflexión
sin duda, sociológica, sí, del estado del mundo del que contaban
sus historias, y literaria.
Yo creo que todas estas cosas se fueron procesando en estos 14 años
de Semana Negra. Ahora ya están más consolidadas, ¿no?
Aquí se ganó la batalla del derecho de la novela negra a ser
literatura mayor sin que nadie se lo cuestionara, hace un buen montón
de años.
Pero al principio era divertido. Eran estos chicos que escriben literaturas
menores, ¿no?
Entonces tu te ríes mucho. Menores las novelas que tienen 200 páginas
y no puedes pasar de la diez, ¿no?
Manchete, uno de los patriarcas de la serie negra, dijo aquí en Gijón,
cuando en una discusión alguien le dijo que en algunos lugares la literatura
negra estaba confinada en un ghetto. El dijo: “no en el ghetto está
la literatura blanca”.
¡Ah!, Yo creo que esto en términos de debate literario a lo largo
de 14 años se siente. Además han pasado por aquí todos.
Faltan por pasar por Gijón una docena de autores que por razones extrañas
no hemos podido traer o convocar. Pero el resto de la gran literatura negra
de finales del siglo XX estuvo aquí en alguna u otra ocasión.”
¿Fue también una manera de introducir la literatura iberoamericana?
“Coincidió, fue un momento en el cual muchos de nosotros estábamos empezando a publicar en Europa y hubo un fenómeno de interreconocimiento y de difusión en torno a la Semana Negra. Autores como Echavarría abrieron sus puertas en Europa. El propio Luis Sepúlveda consolidó su situación. También autores argentinos, cubanos, colombianos tuvieron la oportunidad de pasar por puertas que aquí se abrieron ¿no?”
¿Y cree que de alguna manera la Semana Negra ha servido para revitalizar la novela negra en España?
“Yo creo que sí. Sí en muchos sentidos. Sí en un sentido de elaborar una autocrítica en el primer núcleo, en lo que llamaría el núcleo fundacional de la novela negra: Andréu, Vázquez Montalbán, Jorge Martínez, González Ledezma. Y luego sí en el sentido de estimular a una segunda generación de autores que han estado apareciendo en los últimos años y darles oxígeno y animarlos, ¿no? Discutir con ellos.”
¿Cómo ha encontrado el panorama actual español de novela negra después que ha terminado ya prácticamente la Semana Negra?
“Yo creo que hay un grupo interesante de autores que están acercándose. Pero además de eso, es curioso cómo un montón de autores del mainstream, de la literatura no genérica, escriben novelas negras. Cada vez más la tentación de la novela negra los invade ¿no? Les acerca, entran por la puerta de atrás y luego se van.”
¿A qué crees que se deba este fenómeno?
“El fenómeno de acercamiento de autores del mainstream? Pues por la atracción tremenda que tiene el género, ¿no? Al fin y al cabo ¿qué es la novela negra? La novela negra es una indagación doble: Una indagación sobre un hecho criminal y una indagación sobre la sociedad en la que se produce. Son dos ganchos profundamente atractivos desde el punto de vista de la literatura de anécdota, ¿no? No de la literatura de ideas o de personajes, sino de la literatura de anécdota. Entonces la novela negra es la continuación de todas las grandes tradiciones de la literatura de acción, desde el folletón francés hasta nuestros días. Entonces tiene estos dos grandes atractivos, pero tiene el supremo atractivo, que es un atractivo agregado; que es literatura para lectores, no literatura para sobacos... En el sentido de los libros que compras para cargarlos y que te vean que los estás cargando, no leyendo.”
¿Qué importancia tiene el prestigio internacional del premio Hammet que se otorga durante la Semana Negra?
“Funcionó muy bien. Algunos libros con el sólo hecho de decir yo, “este libro es Hammet” fueron publicados en lugares extraños, ¿no? Por el eco que el premio ha adquirido. Ya lleva 14 años dándose.”
¿Siempre durante la Semana Negra?
“Si. El premio nació con la Semana. Fue una decisión de los grupos de hispanoparlantes de la Asociación Internacional de Escritores Policiacos. O sea, mexicanos, cubanos, argentinos, chilenos y españoles.”
¿Y qué objetivo tiene el premio?
“Premiar a la mejor novela en el género más allá de las aguas y los mares, o sea, unificar lo hispanoparlante. En términos de un premio, ¿no?
¿Y cree que la novela negra de alguna manera se ha renovado. El otro día con Juan Madrid decía que era una novela que desconcertaba ¿no?, que...
“Esto en el caso de esa novela y de Juan. No, yo creo que lo que está sucediendo en estos momentos es que hay un grupo de autores que están moviéndose ya muy en la periferia del género hacia una novela de aventuras total, que incorpora elementos de novela histórica, novela negra, novela de espías, novela política que sintetiza otros elementos de la novela de acción. Lo detecto en mí mismo. Me he estado moviendo en los últimos años sin darme cuenta hacia ese tipo de literatura. Y lo veo en autores como a veces Manolo Vázquez Montalbán cuando escribe fuera del Carvahlo. O lo veo en Daniel Chavarría, ¿no? Detecto esta tentación. Lo veo en Martin Cruz Smith, que de repente abandona sus historias de renco? que sigue escribiendo y se mueve hacia este otro espacio de una novela más compleja en términos de estructura y anécdota y con más elementos genéricos diferentes al puro hecho de la novela negra. Eso sería uno de los elementos. El segundo... el segundo sería el surgimiento continuo de nuevos temas, nuevas temáticas, nuevos mundos a contar. La aparición de repente de una novela negra argelina importa todo el impacto del Argel en guerra entre fundamentalistas y militares, ¿no?, como escenario. Y esto sucede continuamente. Ahora, en la semana tuvimos la oportunidad de ver muestras abundantes como Markaris el griego...” [pausa, el teléfono móvil suena]... “Y esto se produce sistemáticamente... descubrimientos... El permanente surgimiento de nuevos escenarios, geográficos o..., o... [piensa] o sicológicos.”
¿La novela negra se ha sabido adaptar bien a esas nuevas realidades?
“Es que es el género que tiene más capacidad de respuesta inmediata. Porque además tiene mucho de detector. De repente la novela negra te muestra algo de lo que no se estaba hablando y te lo revela bajo el iceberg, ¿no?
¿Y el género, comentabais el otro día en una mesa redonda, es absolutamente realista?
No. Hay los cultivadores del hiperrealismo que son unos y estamos los cultivadores del surrealismo realista, que somos otros. El territorio está divido. Yo no participo de la definición de la novela negra como realista. Creo que tiene un componente importante realista, pero que se da lujos surrealistas... algunas. Las que a mí me gustan.” [ríe]
¿Y hay algunas que tienden a describir violencia y eso?
“La violencia está ahí, y es uno de los ejes de la transgresión y por lo tanto de la literatura que habla de la transgresión. No es voluntad.”
¿Y usted cree que el mundo actual es muy violento?
“Yo digo que el mundo ha sido muy violento. Los neanderthales
fueron perseguidos por los cro-magnones hasta que acabaron con ellos. Este...
la violencia está en la historia del género.
El otro día hablando con Evangelisti en una de las mesas redondas yo
decía, hablando de la literatura de Evangelisti, que para poder exorcizar
a los demonios, en principio, hace falta la labor del escritor, que es la
de describirlos. Si no los describes, los escribes por tanto, no los puedes
exorcizar los demonios.”
Háblennos un poco de su última novela.
“Está a punto de salir, es una novela extraña, muy en esta idea de la novela de aventuras total, que toma varios elementos dispersos y los reúne. Uno de ellos es la existencia en las zonas cafetaleras de Chiapas, en los años cuarentas, una colonia alemana en la que hay un fuerte sentimiento y organización pro-nazi...en el aislamiento del México. La otra [el segundo elemento] tiene que ver con una historia absurda que descubrí, que es que Hitler se chutaba tres centímetros cúbicos de cafeína mexicana inyectada en vena, durante la batalla de Stalingrado para revivir en las mañanas porque estaba muy sonado por la cantidad de fármacos que se metía en el cuerpo... Entonces ¿De dónde salía la cafeína mexicana que se inyectaba? Entonces [como tercer elemento] tomé una anécdota de un vacío en la biografía de Hemingway, en el que ninguno de sus biógrafos puede decir qué pasó durante una semana. Me divertía mucho inventar lo que pasó durante esa semana, reconstruirla. El cuarto elemento es que hice una novela dumasiana: Personajes que había trabajado antes los tomé 20 años después, mucho más viejos al estilo de los tres mosqueteros. Es una historia de 20 años después de estos personajes. Y luego con todos estos elementos, más historias vinculadas al esoterismo, más un personaje en un asilo que está escribiendo una novela y corrigiendo la realidad por la vía de escribir la novela, armé una novela que se llama Retornamos Como Sombras, que tiene elementos de novela policiaca, novela de espionaje, novela histórica, novela política, novela dentro de la novela y folletón.”
En tus novelas abres siempre dimensiones de la novela dentro de la novela. El lector tiene acceso por ejemplo a lo que escribe León Trotski (en Cuatro Manos), y otros de tus personajes. ¿Porqué abres estos espacios en tus novelas?
“Porque la literatura no es un espacio ajeno a la realidad. La literatura es la realidad. No es lo que vives, y lo que lees. Lo que vives y lo que lees compone la realidad. Lo que leemos no está fuera de, esta dentro de. Entonces quiero hacer explícita esta idea de que la literatura no es algo exterior a la vida. Es parte de la vida.”
Los malos de tus novelas son malos muy simpáticos...
“Y eso es culpa mía... no tengo comentarios al respecto... la atracción de las fuerzas del mal. En esta novela no. ¡En esta los vas a odiar! Los malos en esta novela que acabo de terminar son asquerosos.
¿Cuál es el malo preferido de tus novelas?
“El malo preferido de mis novelas es Alex, el de Cuatro Manos, porque es muy simpático. Es un hijo de puta muy simpático, ¿no?... Peeerooo... no, en esta otra novela na-nai. ¡uf!, ¡Ptuaj!”
¿Y Jerry el de la bicicleta de Leonardo?
“Bueno, él es menos simpático, digamos que es...interesante, atractivo, pero no directamente simpático. Por lo menos a mí no me simpatizó cuando lo escribí.”
¿Y cómo te aventuraste a escribir la biografía de un personaje tan mítico como el Ché Guevara?
“Tengo que empezar por eso, porque habíamos acumulado el mito del Ché en nuestras espaldas y había un proceso de paso generacional. Y en el paso generacional la camiseta había sido llevada tantas veces a la lavadora que ya se estaba desapareciendo la mirada del Ché. Y estábamos heredando a la siguiente generación una visión absolutamente compuesta por elementos muy, muy primarios ¿no?, esquemáticos. Y el personaje no se lo merecía, no nos lo merecíamos nosotros, que habíamos vivido los ecos de la generación del Ché y su ética, y no se lo merecían un montón de lectores jóvenes. Entonces la tentación era ¿Cómo demonios vuelvo a contar la historia en las dimensiones humanas de un personaje, con un libro que permite una visión abierta? Estaba harto de las literaturas pedagógicas que te dicen: “No, ahora lee por aquí. Ahora, pasó esto, pero fíjate, esto era muy importante”. No yo quería contarlo y que el lector decidiera, qué es y qué no es importante. Entonces lo que hice fue hacer una historia cargada de anécdotas, de historias y dejar que el lector avanzara en los espacios calificativos. Y bueno, fue un delirio. Me eché cuatro años de locura, casi no salgo.”
Es curioso que las anécdotas que cuentas en la biografía del Ché, en Cuba te las cuenta todo el mundo...
“Entrevisté a 400 personas y leí cerca de 12,000 textos sobre el Ché, para poder hacer ese libro.”
¿Dónde está el límite entre hecho y mito?
“Es un problema que tienes tú, yo no lo tengo. Yo lo conté, ahora tú lector decide dónde está el límite entre verdad y no verdad...[reflexiona] Contra lo que se dice, la ambigüedad es un arte literario. La certeza... ¡pfrrr!, no me gusta. Prefiero la gente que duda. Y los libros muchas veces... una buena novela suele hacer mejores preguntas que respuestas. Las novelas que dan demasiadas respuestas son muy aburridas, son de Agatha Christhie, ¿no? Me gustan las novelas que lo que hacen es hacer buenas preguntas.”
¡Pues gracias!
“¡Vale¡”
Gijón, Semana Negra 2001 (Entrevista por Belén Lorenzana y Gabriela Salmón)
Otros links de Paco Taibo II: